Una mujer cananea le salió al encuentro.
Yo he hecho desaparecer tus faltas y pecados, como desaparecen las nubes. Vuélvete a mí, pues yo te he libertado. Isaías 44, 22
Yo he hecho desaparecer tus faltas y pecados, como desaparecen las nubes. Vuélvete a mí, pues yo te he libertado. Isaías 44, 22
Querido Padre que estás en los cielos, te damos gracias porque podemos ser tus niños. Gracias por darnos tu Espíritu para ser verdaderamente hijos tuyos.
La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo. Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Juan 1, 9–12
Como dice la Biblia: «Para aquellos que lo aman, Dios ha preparado cosas que nadie jamás pudo ver, ni escuchar ni imaginar.» Dios nos dio a conocer todo esto por medio de su Espíritu, porque el Espíritu de Dios lo examina todo, hasta los secretos más profundos de Dios. 1 Cor 2, 9-10
Muchos dicen: «¿Quién nos mostrará la dicha?» ¡Señor, míranos con buenos ojos! Salmos 4:6