Ue. Madre Bernarda Bütler

Institución Educativa dedicada a formar personas con PAZ y BIEN

La celebración del Miércoles de Ceniza nos invita hoy a una profunda revisión de nuestra vida, de nuestras actitudes y criterios de comportamiento; a iniciar un serio proceso de conversión y de purificación. Cuaresma es un tiempo de gracia que Dios nos concede como un regalo.

Amado Padre que estás en el cielo, te damos gracias de todo corazón por mostrar tu poder en nosotros y por derrotar tanta hostilidad que amenaza perjudicar nuestra vida. Te agradecemos por las innumerables maravillas que haces para nuestro bien. Nos regocijamos y te damos gracias, sobre todo por permitirnos saber que has escrito nuestros nombres en el cielo. Y donde estén nuestros nombres, también estaremos nosotros. Donde nuestro Señor Jesucristo esté, ahí también queremos estar; de él deben proceder nuestras palabras y acciones. Guárdanos fieles en esto, y permítenos servirte con alegría en cada camino que recorremos. Amén.

Señor nuestro Dios, ayúdanos a encontrar el sendero para caminar con confianza, porque tú eres nuestro Padre. Disipa todos los pensamientos que tratan de deprimirnos, haz que tu Espíritu los aparte. Que nuestros corazones se tranquilicen ante ti, porque tú, el Todopoderoso, guías todo para el bien de la humanidad en la tierra. Todo llevará a la acción de gracias, para tu gloria y alabanza. Permanece con nosotros en todo momento, día y noche. Que nuestros corazones se deleiten jubilosos de nuevo, regocijándose en ti, nuestro Dios y Salvador. Amén.

Señor nuestro Dios, venimos ante tu presencia, porque eres nuestra seguridad, nuestro refugio, especialmente en estos tiempos cuando todo lo que sucede nos aflige y perturba. Tú eres nuestro Dios y Salvador hoy y siempre. En todo momento has sido nuestro Salvador y ayudador, y lo seguirás siendo por la eternidad. Alabamos y glorificamos tu nombre. Danos un nuevo espíritu para nuestro tiempo, oramos por una nueva ayuda mediante el evangelio traído por Jesucristo. Que tu nombre sea santificado, que venga tu reino y se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Amén.

Amado Padre que estás en el cielo, estás entre nosotros y te podemos llamar Abba, Padre amado. En el gozo de ser tus hijos queremos poner nuestras vidas en tus manos, para que sean hechas buenas y felices. Cuida de nosotros como el pastor apacienta su rebaño, para que podamos tener comunión unos con otros. Ayúdanos a entender que tienes muchos hijos aquí y en todas partes, y que una y otra vez llevas de la mano a cada hijo cuando le dices: «Tú eres mío. Yo cuido de ti». Te damos gracias porque tus ojos velan sobre todo el mundo. Te damos gracias porque gobiernas sobre toda la humanidad y traerás bienestar a todos sus habitantes, dondequiera que vivan. Que pronto suceda esto por medio de nuestro Salvador. A él clamamos: «¡Ven Señor Jesús; ven pronto! Que tu mano nos mantenga a todos cerca del Padre celestial». Amén.