Mi alegría esté con ustedes.
Te pido, Señor, que me hagas sentir tu cayado de pastor cada vez que escucho hablar al Papa, los obispos y hermanos sacerdotes; no permitas que me deje llevar por el juicio de sus errores, pues aunque sé que son humanos y se equivocan, también estoy convencido de que una gracia especial descansa en ellos por la misericordia que nos tienes.