Envió a los Doce en parejas.

—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. Juan 14,6 

Marcos 6:7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.

Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Reflexión sobre el frente del altar de piedra arenisca tallada

En nuestra escultura de finales del siglo XV, probablemente una fachada de altar, vemos a Jesús en el centro, representado como el Salvador Mundi (Salvador del Mundo). Está haciendo la señal de la cruz con su mano derecha y sosteniendo el globo terráqueo en su mano izquierda. Está flanqueado a ambos lados por sus Doce Apóstoles. Todos están esculpidos en nichos, de pie como pares. Leemos en el Evangelio de hoy que Jesús "los envió de dos en dos".  ¿Por qué en pareja?

Sólo podemos especular cuál era su intención, pero probablemente una de las razones fue que Jesús vio el valor de enviarlos de dos en dos, como una especie de ejercicio de entrenamiento. Cada persona podía animar al otro, consolar al otro, inspirar, etc... Se entrenarían mutuamente básicamente y así gradualmente se convertirían en maestros en el arte de difundir la Buena Nueva. Salir por tu cuenta a evangelizar puede ser a veces descorazonador, pero sobre todo si no hay nadie que te critique y corrija amorosamente a veces, correríamos el riesgo de perder la pureza de nuestro discipulado. Trabajar juntos de dos en dos multiplica la fuerza, el enfoque y el poder... dejando así más impacto. Por encima de todo, enviar a los Doce en pareja anticipa ya la esencia misma de nuestra Iglesia... una Iglesia colegial, llena del Espíritu, cooperativa.