Se regresa a la vida.
Ya no temo, Señor, a la muerte, ni temo, tampoco la oscuridad porque la vida Tú la tienes y eres Tú quien la da.
Ya no temo, Señor, a la muerte, ni temo, tampoco la oscuridad porque la vida Tú la tienes y eres Tú quien la da.
Jesús mío, te presento todo lo que tengo y lo que soy, mi manera de pensar, de actuar, mis juicios personales sobre las cosas que ocurren en el día a día, y te pido que intercambies todo eso por los valores que me propones, es decir, llévate lo que he adquirido en el paso de mi vida y deja solo lo que tú mismo pusiste. Además, nútreme con tu Espíritu para ser cada vez más como tú.
Gracias, Jesús, por haber pagado un alto costo para que yo tuviera vida y para incluirme en tu familia, gracias por hacerme tu hermano y convertirme en hijo del Padre del cielo. Sólo te pido tu gracia para vivir y actuar como corresponde a un miembro de tan maravillosa familia. Además, te pido la capacidad de ir añadindo a más personas a esta grande, divina y eterna familia.
Señor, en tu nombre hoy me revisto con tu armadura; me ciño con el cinturón de la verdad; me pongo al pecho, muy cerca del corazón, la coraza de la justicia; me calzo para no esperar sino llevar tu mensaje con el calzado del celo por anunciar el Evangelio de la paz; me protejo con el escudo de la fe para apagar las flechas incendiarias del enemigo malo; me pongo el casco de la salvación para tener siempre en mi mente lo que Jesús ganó por mí en la cruz y empuño la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, para defenderme y atacar a la hora de la tentación y la prueba.
Jesús, muéstrame la manera adecuada de ser un buen hijo. Tú, que siempre fuiste el Hijo en quien el Padre se complace, muéstrame cómo ser un hijo en quien mis padres se complazcan. Padre celestial, enséñame a ser padre como tú eres Padre, quiero amar a mis hijos, como tú me amas, quiero educarlos como tú me educas, quiero disciplinarlos como tú lo haces conmigo.