Invitar a Jesús
Gracias, Señor, por la dulzura de tu mensaje, gracias porque es un deleite escuchar lo que te agrada y te complace; en verdad encuentro vida en lo que me propones. Pero, Señor, también encuentro la amargura de mi necedad y dura cabeza, encuentro que mi cuerpo se revela a cumplir tus preceptos y es como si me dirigiera a la muerte, pero me confío a ti, Señor, y aunque mucho cueste digerir las partes que me exigen en el Evangelio, lo acepto con agrado y disposición de corazón, solo te pido tu gracia para que esa amargura se traduzca en la felicidad de hacer lo que te agrada.




