El Magnificat.
Jesús bueno, clemente y compasivo, que nos has dado como madre nuestra a tu propia madre y has querido encomendarnos a su amorosa solicitud y a sus maternales cuidados, enséñanos a ser como ella, obedientes al Padre, atentos a tu palabra y dóciles al Espíritu Santo, para que un día, podamos cantar tus alabanzas en el cielo, al lado de María Virgen y todos los santos por los siglos de los siglos. Amén.




