La semilla crece en un árbol donde los pájaros se refugian

Uno de los resultados positivos del período de cuarentena es que ha despertado en nosotros un deseo creciente de regresar al mundo, a la playa, montaña, de estar afuera… Para muchos el encierro ha fomentado un interés por la naturaleza y su flora, como los pájaros representados en nuestro cuadro.

 

Jesús sabía que los pájaros son en cierto modo también alegorías de nuestra propia existencia terrenal. Los pájaros pueden hacer lo que los humanos no pueden: volar. Esto viene con un gran sentido de libertad y optimismo que asociamos con las aves. Las palabras de Jesús hoy estallan con este mismo optimismo: el Reino de Dios es una pequeña semilla, que crece en un gran árbol. Así que, si alimentamos nuestra fe, la nutrimos y nos regocijamos en ella, puede convertirse en algo verdaderamente hermoso... como un árbol que puede albergar pequeños pájaros que pueden anidar, cantar y volar dentro del árbol...

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: “El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”. Les dijo también otra parábola: “El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”. Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. Mt 13, 31-35