Por eso, queridos hermanos, ya que ustedes saben de antemano estas cosas, cuídense, para que no sean arrastrados por los engaños de los malvados ni caigan de su firme posición. Pero conozcan mejor a nuestro Señor y Salvador Jesucristo y crezcan en su amor. ¡Gloria a él ahora y para siempre! Amén. – 2 Pedro 3, 17-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán?
Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?’’ Lucas 11, 5-13
Creo que todos nosotros en nuestra vida espiritual hemos luchado a veces con el problema de las oraciones sin respuesta. A veces puede desanimarnos e incluso empujar a algunos a dejar de rezar por completo. Incluso puede ser doloroso cuando escuchamos historias de cómo Dios respondió a las oraciones de los demás, pero para nosotros simplemente no parece funcionar... o al menos pensamos que no funciona. Jesús está diciendo en la lectura de hoy: ¡persiste! Si seguimos pidiendo, buscando, discerniendo y llamando, recibiremos mucho, pero puede que no sea lo que pedimos, o en el tiempo que pedimos: Dios tiene su propio plan para nosotros, y lo que la oración hará es alinear nuestra voluntad con la suya.
El cuadro de Salvador Dalí, La persistencia de la memoria, es probablemente uno de sus cuadros más conocidos. Los relojes parecen queso fundido, o como dijo Dalí: "El camembert del tiempo". Aquí el tiempo debe perder todo significado'. Cuando rezamos, a menudo pensamos demasiado en términos de tiempo y de lo que queremos aquí y ahora. El tiempo de Dios es eterno y por lo tanto estamos llamados a ser pacientes, pero persistentes.
El reloj naranja en la parte inferior izquierda del cuadro está cubierto de hormigas, símbolo de la decadencia. Otro insecto que está presente en la pintura es una mosca, que se sienta en el reloj que está al lado del reloj de naranja. La mosca incluso parece estar proyectando una pequeña sombra humana cuando el sol la golpea.
Como muestran los relojes de Dalí, el tiempo es fluido, especialmente a la luz de Dios, que existe más allá del espacio y el tiempo...
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC