Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar... Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. – Rm 12, 12,15
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: -«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros." Pero si entráis en una ciudad y no os reciban, saliendo a sus plazas, decid: "Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad». Lucas 10, 1-12
Jesús sigue enviando hombres y mujeres hoy en día, todos los días. En nuestra lectura de hoy, Jesús no sólo envió a los doce apóstoles; no, envió a setenta y dos discípulos, mostrando cómo cada uno de sus seguidores tiene una misión y una responsabilidad de difundir la buena noticia. La vida como discípulo puede ser un poco como una montaña rusa. Sólo cuando sabemos y nos damos cuenta de que seguir a Jesús será una montaña rusa podemos abrirle un espacio a Dios. Si sabemos desde el principio que el viaje que tenemos por delante no será fácil, nos será más fácil encontrar a Dios.
Estamos compartiendo con ustedes una obra de arte digital de Marvin Blaine, de una montaña rusa, que representa los altibajos de la vida y los altibajos de nuestras vidas espirituales. La misión a la que somos enviados también puede ser un viaje agitado, pero uno que está lleno de alegría y emoción, siempre y cuando intentemos mantenernos en el camino...
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC