Paralizados

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia y mediante la resurrección de Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, para que recibamos una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera. Esta herencia les está reservada en los cielos. – 1 Pedro 1, 3-4

Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: “Levántate y ponte ahí en medio”. El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: “Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?” Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: “Extiende la mano”. El la extendió y quedó curado. Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús. Lucas 6, 6-11

Si me permiten compartir con ustedes hoy una simple historia que leí recientemente: Cierto orador comenzó su seminario sosteniendo un billete de 20 dólares. "¿A quién le gustaría este billete de 20?" preguntó. Las manos subieron por toda la audiencia. Continuó diciendo, "Voy a darle estos 20 dólares a uno de ustedes, pero primero déjenme hacer esto." Procedió a arrugar el billete. Luego preguntó: "¿Quién lo quiere todavía?" Las mismas manos se elevaron en el aire. 

Entonces dijo, "¿Y si hago esto?" Dejó caer el billete de 20 dólares al suelo y empezó a molerlo con su zapato. Lo recogió, todo arrugado y sucio. "¿Ahora quién lo quiere todavía?" De nuevo, las mismas manos subieron. 

Luego sonrió y dijo: "Todos ustedes han aprendido una valiosa lección. No importa lo que haga con el dinero, ustedes lo querían porque no disminuyó su valor. Aún valía 20 dólares. Muchas veces en nuestras vidas, nos caemos, nos arrugamos y nos ensuciamos con las decisiones que tomamos y las circunstancias que se nos presentan. Nos sentimos como si no valiéramos nada. Pero no importa lo que haya pasado o lo que vaya a pasar, nunca perderás tu valor a los ojos de Dios. Sucio o limpio, arrugado o finamente arrugado, no tienes precio para Él." 

Jesús es por lo tanto la cura para nuestras vidas marchitas y para el hombre de la lectura del Evangelio de hoy. Nuestra obra de arte de hoy muestra un billete gigante arrugado y marchito, montado en una pared. El artista americano, Paul Rousso, creó varias esculturas murales de billetes arrugados. Están hechas por un proceso de infusión de plexiglás con calor, luego dándole forma y distorsionándolo, para obtener el efecto de arrugado...

By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC