Acuérdense de sus pastores, que les dieron a conocer la palabra de Dios. Piensen en los resultados de su conducta, e imiten su fe… No se dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas. Es mejor afirmar el corazón con la gracia, y no con alimentos, los cuales nunca fueron de provecho para los que se ocuparon de ellos. – Heb 13, 7-9
En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles. Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías. Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea. Lucas 4, 38-44
En la lectura del Evangelio de hoy leemos cómo Jesús está curando a la gente. La curación era esencial para el ministerio de Jesús. El poder de curación fluía de su interior para curar a los lisiados, ciegos, sordos, leprosos, incluso levantando a la gente de la muerte. Pero Jesús sabía que las curaciones que realizó durante su vida, irían más allá del tiempo que pasó aquí en la tierra y servirían también como un símbolo físico de perdón. Así como sanó a los enfermos en su tiempo, continúa sanando nuestras almas con el perdón. Las curaciones físicas en los Evangelios simbolizan algo más crucial, más esencial, más duradero, más impresionante, más trascendental que el alivio temporal de los sufrimientos terrenales...
Nuestra pintura es de Gebhard Fugel, un pintor alemán especializado en temas cristianos. Jesús no es representado como una figura majestuosa, sino como alguien que se arremanga las mangas y atiende las necesidades de los enfermos. Está ayudando a un enfermo a sentarse en posición vertical. Hay una gran ternura que emana de este cuadro. Detrás de Jesús, vemos a una mujer rezando después de haber sido curada; otra mujer está tocando el manto de Jesús. En el primer plano a la derecha, vemos enfermos y ciegos que esperan encontrar a Jesús. La luz del sol está tocando la cabeza de Jesús dándole un halo natural.
Nuestro pintor fundó en 1893 la Sociedad Alemana de Arte Cristiano (Deutsche Gesellschaft für
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC