Decir una cosa y hacer otra...

Además de todo esto, protéjanse con el escudo de la fe, para que puedan apagar todas las flechas incendiarias del maligno. – Ef 6, 16

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame “maestros”.
 
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen “maestros”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen “padre”, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar “guías”, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Mt 23, 1-12

La verdadera autoridad es una forma de servicio, no una forma de control. Ese es el mensaje básico que Jesús está tratando de enseñar a los fariseos en la lectura de hoy. Está tratando de apartarlos de las trivialidades y su preocupación por las miradas externas, hacia algo mucho más profundo. Como tal, Jesús se dirige a todos nosotros no para vivir sólo para aparentar sino para ponerse en contacto con nuestro verdadero yo interior, donde habita Dios.
 
Jesús nos pide que nos miremos en el espejo, como el hombre de nuestro cuadro. Sólo entonces podemos ver el orgullo que todos sufrimos. Nuestra pintura, sin embargo, del artista surrealista belga René Magritte, muestra a un hombre de pie frente a un espejo, visto desde atrás. Sin embargo, el reflejo del hombre también lo muestra desde atrás. Pensamos en los espejos y en lo que reproducen como verdad. Sin embargo, sin Dios, simplemente veríamos nuestra imagen en el espejo y veríamos lo que quisiéramos ver. Sólo acercándonos a Dios veríamos más que un simple reflejo. Con Cristo a nuestro lado, nos vemos a nosotros mismos desde un montón de ángulos diferentes.
 
El libro en la chimenea es una copia muy usada de La narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket de Edgar Allan Poe (aquí pintado como la traducción francesa Les aventures d'Arthur Gordon Pym). Poe era uno de los autores favoritos de Magritte e hizo otras referencias al autor en su obra. Este cuadro también me recuerda el Salmo 139 "Estás a mi alrededor". Estás detrás de mí y delante de mí. Me tienes en tu poder'. Dios nos ve desde todos los ángulos, delante y detrás, al revés. Jesús nos pide que encontremos a Dios allí, rodeándonos con su amor... y que vayamos más allá de simplemente mirar nuestra propia imagen (espejo) que queremos proyectar a los demás.

By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC