Por eso, hermanos, ya que Dios los ha llamado y escogido, procuren que esto arraigue en ustedes, pues haciéndolo así nunca caerán. De ese modo se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 2 Pedro 1, 10–11
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan, el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. Mt 16, 13-20
Quise elegir una obra de arte contemporáneo de San Pedro. Lamentablemente, no pude pensar en una sola obra de arte del siglo XXI que representara a San Pedro. Debo decir que me llena de gran tristeza el hecho de que los artistas contemporáneos ya no utilicen a los santos como tema o incluso como meras fuentes de inspiración. ¿Por qué? La gran narrativa cristiana y bíblica centenaria parece haber desaparecido en gran medida, siendo reemplazada por un culto centrado en el artista. La ausencia de temas cristianos y santos es sorprendente. A veces los artistas coquetean con temas cristianos, como Damien Hirst, usando muchos títulos cristianos para su trabajo, pero en gran parte hay una ausencia de Dios en el arte contemporáneo. Para mí, esta ausencia va acompañada de un vaciamiento de las propias obras de arte: el arte abstracto se ha vaciado de representación; las esculturas se están haciendo con objetos cotidianos desechados al azar; algunas pinturas están hechas sólo de una palabra; etc. Este vaciamiento no sólo de muchos de los temas antiguos, sino también de los mismos materiales utilizados en las obras de arte es un reflejo de la tendencia más amplia de la sociedad en su conjunto de alejarse de Dios. Estoy a favor del arte contemporáneo pero la falta de cristianismo en él, es a veces dolorosa y alarmante. No ser capaz de pensar inmediatamente en una imagen contemporánea de San Pedro es triste.
La forma en que nos acercamos a las bellas obras de arte, es para mí similar a la forma en que nos acercamos a los santos. Ambos tienen un aura. Irradian algo (por lo tanto, en el arte ponemos brillantes halagos que emanan luz alrededor de nuestros santos). Hay algo inalcanzable cuando nos acercamos a ellos, que nos lleva a una contemplación silenciosa. Un buen ejemplo de esto es este fresco de Perugino, donde Cristo está dando las llaves de su Reino a Pedro. Encargado por el Papa Sixto IV en 1481 para las paredes de la Capilla Sixtina, es una imagen pictórica impresionante que refleja los ideales del Renacimiento: figuras, equilibrio, armonía y espacio tridimensional. Fue reconfortante mirar y contemplar la riqueza de esta obra de arte, en comparación con la sensación de vacío al no encontrar una obra de arte contemporáneo adecuada.
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC