El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente, y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor. Salmos 28, 7
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”. Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron, le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía. Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano’’. Cuando Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda al otro lado del Jordán. Mt 18, 21–19, 1
Reflexión sobre la pintura
La belleza de nuestra fe cristiana es que sabemos que Dios no sólo nos perdona una o dos veces... Él nos perdona cada vez que vamos a Él con pureza de corazón pidiendo perdón. Si esto es cierto en nuestra relación con Dios, también tiene que serlo en nuestras relaciones con los demás. Tenemos que perdonar a nuestros amigos también y nunca rechazar una oferta de reconciliación. El perdón no sólo se reserva para nuestra relación con Dios, sino que también se aplica en nuestras relaciones con nuestros hermanos y hermanas.
Nuestro cuadro de Scott Erickson se explica por sí mismo, así que no me detendré en él. Una composición clara y conmovedora. Cuando discutimos el tema del perdón con los amigos, a menudo oímos las líneas usadas "¡Puedo perdonar, sí, pero no puedo olvidar! El perdón es una elección que hacemos. No es un sentimiento o una noción emocional. Además, el perdón no significa que simplemente olvidemos lo que pasó o lo que una persona nos hizo. El perdón significa que elegimos no intentar recordarlo. Recordar está bien, por supuesto, y sería difícil no recordar algunas cosas. Pero es otra cosa completamente distinta el estar pensando en ello. Y ahí está el perdón... no para pensar en el daño causado por la otra persona, sino simplemente para seguir adelante...
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC