No sabes cuando llegan los ladrones...

Así también regresarán los rescatados por el Señor, y entrarán en Sión dando gritos de alegría; sus rostros estarán siempre alegres; encontrarán felicidad y dicha, y el dolor y el llanto desaparecerán. Yo, yo mismo, te doy ánimo. Isaías 51:11–12a

Jesús dijo a sus discípulos: 

"Vayan vestidos para la acción y enciendan sus lámparas. Sed como hombres que esperan a que su maestro regrese del banquete de bodas, listos para abrir la puerta en cuanto llegue y llame. Felices aquellos sirvientes que el amo encuentre despiertos cuando llegue. Os digo solemnemente que se pondrá un delantal, los sentará a la mesa y los atenderá. Puede ser en la segunda guardia que venga, o en la tercera, pero felices esos sirvientes si los encuentra listos. Podéis estar seguros de que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora vendría el ladrón, no habría dejado que nadie atravesara la pared de su casa. Tú también debes estar preparado, porque el Hijo del Hombre viene a una hora que no esperas.' Lucas 12, 35-40

Nuestra lectura del Evangelio de hoy trata sobre la vigilancia. La vida cristiana es una cuestión de elección consciente, de estar despierto y "alerta". Por supuesto, se necesita mucho esfuerzo y oración para estar alerta en todo momento y estar profundamente arraigado en la fe, para ser capaz de manejar cualquier evento inesperado que pueda venir sobre nosotros. Solemnes y trágicos eventos se nos acercan como un ladrón en la noche, inesperados. Sabemos en nuestro interior que debemos estar siempre preparados para los acontecimientos más trágicos que nos sucedan. Pero cuando estos eventos suceden, todavía presentan un gran desafío, por más fuerte que nos sintamos en nuestra fe. Cualquier ladrón que se nos cruce en el camino, cualquier rata que infecte los caminos de nuestra vida... todo lo que sabemos es que hemos venido de Dios y que volveremos a Él...