Transfiguración

Crean en la luz mientras todavía la tienen, para que pertenezcan a la luz. Jn. 12, 36

Querido Padre celestial, como hijos tuyos venimos a tu presencia para ser dirigidos por la luz que irradia de ti. Vamos a tu luz, buscando un nacimiento interior para que nos convierta en lo que tus hijos deben ser. Bendícenos mientras te damos gracias por toda la bondad y la ayuda poderosa que tú le has dado a muchos de nosotros. Acepta las gracias que te ofrecemos, y ayúdanos a nunca olvidarnos del bien que tú haces para nosotros. Ayúdanos a seguir adelante, siempre adelante, hasta que tu reino sea completo. Que no sea en vano que vivimos para el Señor Jesús y con amor para ti, el Dios y Padre de todos humanos. Que no sea en vano llevarte nuestras peticiones y oraciones para que pronto venga tu reino. Sí, ¡ven, Señor Jesús! Ven pronto a esta tierra para que todos los hombres te amen y reconozcan al Dios verdadero. Amén.

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. 

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”. Mt 17, 1-9

Reflexión sobre la fotografía de arte contemporáneo

Hemos celebrado la Transfiguración de Nuestro Señor. Leemos cómo el rostro de Jesús brilló como el sol. Nuestra obra de arte es una fotografía de un árbol iluminado por Victor Schietti. El fotógrafo brasileño utiliza fuegos artificiales para crear imágenes de árboles iluminados y patrones de baile en  serie "Esculturas Impermanentes". Para lograr sus efectos fotográficos, el artista enciende fuegos artificiales al anochecer. Luego usa una cámara de larga exposición creando estas fotografías semi-pintadas y llamativas. El método proviene del interés del artista en el cambio o transformación momentánea de la belleza de los árboles por la luz. 

Nuestra lectura del Evangelio de hoy dice cómo Jesús comienza a brillar con brillantes rayos de luz, mostrando su naturaleza completamente divina y completamente humana. En este pasaje fundamental, lo temporal y lo eterno se encuentran. La luz que rodea a Jesús nos muestra cómo Él es el puente entre el cielo y la tierra. El evento también sirve como puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, visto en la presencia de Moisés y Elías, representando la Ley del Antiguo Testamento y los Profetas.  

Pedro, Santiago y Juan, que fueron testigos de la Transfiguración, aprendieron de cerca cómo la luz que rodeaba a Jesús iluminó sus propios corazones y los cambió... La transfiguración los transformó... Al igual que para todos nosotros, la luz de Cristo está ahí para brillar en todos nosotros y... transformarnos... 

By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC