La parábola de los trabajadores de la viña

¿A quién tengo en el cielo? ¡Sólo a ti! Estando contigo nada quiero en la tierra. Todo mi ser se consume, pero Dios es mi herencia eterna y el que sostiene mi corazón. Salmos 73, 25–26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. El les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’. Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’ De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos’’. Mt 20, 1-16

En este cuadro de Rembrandt, vemos al terrateniente pagando a sus trabajadores al final del día. La noche está casi sobre nosotros. La débil luz de la tarde ilumina la mesa donde su secretario se sienta con el libro de cuentas abierto. Los obreros de la derecha hablan entre ellos, mientras dos obreros interrogan al terrateniente. El terrateniente había contratado trabajadores durante todo el día y les pagaba a todos el mismo salario, ya sea que trabajaran todo el día o sólo una hora. Los trabajadores que trabajaron todo el día están enfadados y podemos verlos cuestionando su salario al terrateniente. Como esta pintura es bastante pequeña (sólo 12 por 16 pulgadas; 30 por 45 cm), como espectadores sentimos que estamos mirando a la habitación oscura. La falta general de color aumenta la sensación de que estamos simplemente mirando y no participando. Un gato que huye está directamente debajo de los trabajadores que son infelices. Un perro (signo de fidelidad), se sienta directamente debajo de los otros trabajadores, que están contentos con su paga.  

El propietario dio la misma paga a todos. Dios da su amor a cada persona también, sin excepción. Podemos aceptar este amor o no. O cuestionarlo, no aceptarlo... Algunas personas aceptarán este amor temprano en la vida, y lo llevarán a lo largo de sus vidas; otros vendrán a él más tarde en la vida... este amor no puede ser ganado... sólo puede ser aceptado. El hecho de que los rezagados sólo fueron empleados en la última hora no hace que sus necesidades sean menores que las de los que llegaron antes.  

By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC