Habrá señales prodigiosas

Señor y Dios nuestro, aún en nuestros tiempos tú continúas escuchando las oraciones y suplicas de tus hijos. Nosotros necesitamos rogar, porque muchos humanos no se han convertido a ti, siguen viviendo con dolor y sometidos a juicio, millones mueren y sufren cosas terribles. Cada uno de ellos debería ser tuyo. Todos ellos deberían ser tus hijos. Por eso todos nosotros clamamos a ti: Manifiesta y glorifica tu nombre aquí en la tierra para que llegue un tiempo nuevo donde grandes maravillas sean hechas con tu amor poderoso. Que tu nombre sea honrado, que llegue tu reino y se haga tu voluntad en la tierra y en el cielo. Amén. 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en la ciudad, que se alejen de ella; los que estén en el campo, que no vuelvan a la ciudad; porque esos días serán de castigo para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Pobres de las que estén embarazadas y de las que estén criando en aquellos días! Porque vendrá una gran calamidad sobre el país y el castigo de Dios se descargará contra este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que se cumpla el plazo que Dios les ha señalado.
Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación’’. Lucas 21,20-28

Reflexión sobre  la pintura

El nuevo milenio en el año 1000 d.C. trajo mucha decepción a la Cristiandad. Muchos estudiosos de la época habían predicho el regreso de Jesucristo, asumiendo que esto sucedería aproximadamente un milenio después de su nacimiento. Como no pasó nada en el año 1000 DC, esperaban que ocurriera alrededor de 1030-1035 CE, un milenio después de su muerte y resurrección. Pero, de nuevo, no pasó nada. Todas estas predicciones resultaron ser erróneas. La generación de Papas de entonces expresó que el Mesías no regresó tal vez porque Jerusalén estaba en manos de los musulmanes. Así que las cruzadas comenzaron con el objetivo de recuperar la Tierra Santa del dominio islámico. En 1095, el Papa Urbano II proclamó la Primera Cruzada en el Concilio de Clermont.

Nuestra pintura representa la batalla de Jerusalén que nunca fue. El cuadro fue encargado en 1846 tras los rumores franceses de que Jacques Molay había capturado Jerusalén en 1299. En realidad, después de que Jerusalén se perdiera en 1244, no estuvo bajo control cristiano hasta 1917, fecha en la que el Imperio Británico se la arrebató a los otomanos. En nuestra lectura del Evangelio de hoy, Jesús da su descripción profética del fin de los tiempos y la destrucción de Jerusalén. Jerusalén ha sido atacada 52 veces, capturada y recapturada 44 veces, asediada 23 veces y destruida dos veces.

El propósito de la predicción de Cristo de la historia de Jerusalén en la lectura del Evangelio de hoy es ayudarnos a pensar en la vida eterna. La historia de Jerusalén y sus 52 ataques en los últimos 2.000 años, nos enseña que probablemente no viviremos para ver el fin de los tiempos nosotros mismos. Sin embargo, todos en esta tierra experimentarán eventualmente la muerte. De eso estamos seguros. Así que tenemos que prepararnos para la eternidad y no estar demasiado centrados en lo temporal. En medio de todo tipo de destrucción a nuestro alrededor, la redención y la nueva vida están por delante de nosotros...

By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LL