Señor, Dios nuestro, continúa tu redención en el mundo entero hasta inundar todo nuestro ser con alegría y nosotros poder alabarte a ti por la vida que ya nos has dado aquí en la tierra. Amén.
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’. ¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”. Lucas 14, 25-33
Admiramos a Jesús, estamos de acuerdo con su enseñanza, nos gloriamos en su amor por nosotros, lo amamos... Pero... somos muy reticentes a sufrir por Él o a aceptar la humillación de la cruz por nosotros mismos... Pero eso es exactamente lo que Jesús nos exige en la lectura del Evangelio de hoy. Tomás de Kempis (1380-1471) lo expresó muy bien: "Muchos vienen siguiendo a Jesús que ama su reino celestial, pero pocos vienen esperando el sufrimiento. Muchos admiran sus milagros pero pocos le siguen en la humillación de la cruz".
Jesús quiere que pensemos en lo que nos comprometemos cuando realmente queremos seguirle. Compara nuestro compromiso con la planificación de la construcción de una torre. Antes de construir una torre, calcularíamos cuánto costaría, qué materiales necesitamos, etc... Antes de comprometernos a una vida de discipulado, debemos entender y contar el costo. El compromiso ciego que sólo espera bendiciones no le sirve a Dios: quiere discípulos comprometidos y preparados para hacer los sacrificios necesarios. Jesús no te engaña te dice que las cosas se van a poner cuesta arriba si lo sigues.
Y así nuestro cuadro de Pieter Breughel el Viejo muestra la Procesión al Calvario y el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. Vemos a Cristo como una pequeña figura en el fondo. Las multitudes son más prominentes. Él hizo el sacrificio hace 2.000 años, ahora depende de las multitudes, nosotros, tomar nuestra cruz también. Mientras hacemos eso, María, colocada firmemente en el primer plano de nuestro cuadro, estará ahí para nosotros en cada paso del camino también.
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC