Señor, en el silencio de este día que nace, vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza. Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor. Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno. Ver a a tus hijos detrás de las apariencia, como lo ves tu mismo, para así poder apreciar la bondad de cada uno. Cierra mis oídos a goda murmuración. Guarda mi lengua de toda maledicencia. Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mi.
Quiero ser tan bienintencionado y bueno que todos los que se acerquen a mí sientan tu presencia. Revísteme de tu bondad señor y haz que en este día yo te refleje. Amén.
Instrucciones:
Se trata de que hagas oración cada día. Todos los días puedes empezar el rato de oración con la "oración inicial para cada día" que está al inicio de este artículo; después leyendo con atención el "texto de cada día", a continuación hablas con Dios y con María; por último, terminas rezando la "oración final".
- PROHIBIDO CORRER: Es corto; no tengas prisa en terminar de reflexionar. No es leer y ya está. Dale tiempo a que Ella te hable.
- LO QUE NO ESTÁ ESCRITO... ¿Sabes qué es lo mejor de este texto? Lo que no está escrito y tú le digas; la conversación que tú, personalmente, tengas con Dios.
TEXTO DE CADA DÍA.
Oración y autocrítica.
-
Un piadoso anciano rezaba cinco veces al día, mientras que su socio en los negocios jamás ponía los pies en la iglesia. Pues bien, el día que cumplió ochenta años, el anciano oró de la siguiente manera: «¡Oh Dios, nuestro Señor! Desde que era joven, no he dejado un sólo día de acudir a la iglesia desde por la mañana y rezarte mis oraciones cinco veces diarias, como está mandado. No he hecho un solo movimiento ni he tomado una sola decisión, importante o intranscendente, sin haber primero invocado tu Nombre. Y ahora, en mi ancianidad, he redoblado mis ejercicios piadosos y te rezo sin cesar, día y noche. Sin embargo, aquí me tienes: tan pobre como un ratón de sacristía. En cambio, fíjate en mi socio: juega y bebe como un cosaco e incluso, a pesar de sus años, anda con mujeres de dudosa reputación... y a pesar de todo, nada en la abundancia. Y dudo que alguna vez haya salido de sus labios una sola oración. Pues bien, Señor: no te pido que le castigues, porque eso no sería cristiano; pero te ruego que respondas: ¿Por qué, por qué, por qué...le has permitido a él prosperar y me has tratado a mí de este modo?"
-
«¡Porque eres un verdadero pelmazo!», le respondió Dios.
-
Había un monasterio cuya Regla no era “No hables”, sino “No hables si no es para decir algo que sea mejor que el silencio”. ¿No podría decirse lo mismo de la oración?
-
Sobre rezos y rezadores: La abuela: «¿Ya rezas tus oraciones cada noche?» El nieto: «¡Por supuesto!» «¿Y por las mañanas?» «No. Durante el día no tengo miedo».
-
Anthony de Mello – La Oración de la Rana.
ORACIÓN FINAL
Dios mío voy a hacer todas mis acciones por vuestro santo y divino amor. En el Nombre del Padre, y Del Hijo y del Espíritu Santo Amén.
Señor, soy tu valiosa creación, pero en ocasiones no lo tengo muy claro. Quiero deshacerme de esa duda. Permite que la verdad de que soy tu asombrosa creación llene mi corazón.

ORACIÓN: