El tiempo de Dios.

Es perfecto...

Señor, en el silencio de este día que nace, vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.  Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor.  Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno.  Ver a a tus hijos detrás de las apariencia, como lo ves tu mismo, para así poder apreciar la bondad de cada uno.  Cierra mis oídos a goda murmuración.  Guarda mi lengua de toda maledicencia.  Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mi.

Quiero ser tan bienintencionado y bueno que todos los que se acerquen a mí sientan tu presencia.  Revísteme de tu bondad señor y haz que en este día yo te refleje.  Amén.

Instrucciones:

Se trata de que hagas oración cada día. Todos los días puedes empezar el rato de oración con la "oración inicial para cada día" que está al inicio de este artículo; después leyendo con atención el "texto de cada día", a continuación hablas con Dios y con María; por último, terminas rezando la "oración final".

  1. PROHIBIDO CORRER: Es corto; no tengas prisa en terminar de reflexionar. No es leer y ya está. Dale tiempo a que Ella te hable.
  2. LO QUE NO ESTÁ ESCRITO... ¿Sabes qué es lo mejor de este texto? Lo que no está escrito y tú le digas; la conversación que tú, personalmente, tengas con Dios.

TEXTO DE CADA DÍA.

El tiempo de Dios. 

  • No es bueno que nuestras oraciones sean escuchadas si no lo son en su debido
    momento:

  • En la antigua India se concedía mucha importancia a los ritos védicos, de los que sedecía que funcionaban tan “científicamente” que, cuando los sabios pedían la lluvia, jamás se producía una sequía. Así es que, conforme a dichos ritos, un hombre se puso a rezarle a Lakshmi, la diosa de la abundancia, para que le hiciera rico.

  • Estuvo orando sin éxito durante diez largos años, al cabo de los cuales comprendió de pronto la naturaleza ilusoria de la riqueza y abrazó una vida de renuncia en el Himalaya.

  • Un buen día, mientras se hallaba sentado y entregado a la meditación, abrió sus ojos y vio ante sí a una mujer extraordinariamente hermosa, tan radiante y resplandeciente como si fuera de oro.

  • “¿Quién eres tú y qué haces aquí?”, le preguntó.

  • “Soy la diosa Lakshmi, a la que has estado rezando himnos durante doce años”, le respondió la mujer, “y he decidido aparecerme ante ti para concederte tu deseo”.

  • “¡Ah, mi querida diosa!”, exclamó el hombre, “ahora ya he adquirido la dicha de la meditación y he perdido el deseo de las riquezas. Llegas demasiado tarde... Pero dime, ¿por qué has tardado tanto en venir?”

  • “Para serte sincera”, respondió la diosa, “dada la fidelidad con que realizabas aquellos ritos, habrías acabado consiguiendo la riqueza, sin duda alguna. Pero, como te amaba y sólo deseaba tu bienestar, me resistí a concedértelo”.

  • Si pudieras elegir, ¿qué elegirías: que se te concediera lo que pides o la gracia de vivir en paz, aunque no la hubieras pedido?

  • Anthony de Mello – La Oración de la Rana.

ORACIÓN FINAL

Dios mío voy a hacer todas mis acciones por vuestro santo y divino amor. En el Nombre del Padre, y Del Hijo y del Espíritu Santo Amén.

Señor, soy tu valiosa creación, pero en ocasiones no lo tengo muy claro. Quiero deshacerme de esa duda. Permite que la verdad de que soy tu asombrosa creación llene mi corazón.

UEMBB
REFLEXIÓN DEL DÍA UEMBB.

ORACIÓN:

¡Oh alto y glorioso Dios!
ilumina las tinieblas de mi corazón.
y dame fe recta,
esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.

Nosotros