Señor, Dios nuestro,tú eres nuestro refugio. Nuestra esperanza está en ti, porque tu propósito nunca fallará y tu promesa se cumplirá. Creemos esto con firmeza, es así como obtenemos fuerza cada día. Aun cuando nuestra vida trae dolor, no queremos llorar. Queremos esperar, creer y perseverar hasta que llegue tu día. Tu reino vendrá a la tierra y mientras tanto tú cuidas de tu gente. Todos los días en medio de los sucesos del mundo habrá personas quienes esperan por ti, quienes te pertenecen, y quienes están firmemente arraigadas a la gracia de Cristo Jesús hasta que el tiempo se cumpla. Amén.
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”
Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Lucas 19, 1-10
Reflexión sobre el grabado
Zaqueo está colocado dentro de su propia casa, señalando con su mano izquierda las bolsas de dinero que habría reunido como recaudador de impuestos. Jesús y el árbol donde se encontró con Zaqueo están al fondo. Su mano derecha está golpenado su pecho, como lo hacemos nosotros en la misa pidiendo perdón. Jesús y el árbol donde se encontró con Zaqueo están al fondo. Este grabado, publicado en 1611, es la placa 3 de un libro titulado "Pecadores arrepentidos del Antiguo y Nuevo Testamento".
Zaqueo debió ser especialmente impopular siendo un recaudador de impuestos de alto rango. Sin embargo, se dio cuenta de que su vida necesitaba cambiar y estaba decidido a "encontrar" a Jesús. Son particularmente las palabras "¡Deprisa, baja!" las que Jesús le grita en el árbol que son impactantes. ¡Deprisa! Este es un asunto de urgencia. No va a esperar. No puede esperar. No debe esperar. Mañana será demasiado tarde. Hoy es el día. ¡Deprisa! Zaqueo también está llamado a bajar. Sí, era un hombre pequeño y por eso tuvo que subir al árbol para ver a Jesús, pero también era un hombre que necesitaba humildad. Necesitaba volver a la tierra, con sus dos pies firmemente apoyados en el suelo. Durante todos estos años había estado viviendo la vida elevada, viviendo a distancia de Dios y de sí mismo. Era hora de que volviera a la tierra, a su realidad...
By Patrick van der Vorst y Br Juan Carlos Arias Bonet, LC